El Almanzor

3 de junio de 2008. Para empezar este blog


Diré que soy castellano de tierra llana, la región de Tierra
de Campos. Cereales y barro. Sol y heladas. Gentes curtidas por el cierzo que reseca las gargantas y ciega los ojos.
Tierras venidas a menos, a casi nada.
Pero Castilla es mucho más. Montañas y bosques, ríos y lagunas, ciudades y aldeas que aún conservan esplendor y belleza de tiempos ancestrales.
Mi propósito es ir añadiendo a esta página sugerencias que se me ocurran con motivo de mis paseos y visitas por esta tierra mía.

martes, 23 de octubre de 2012

La Rábida, Palos y Moguer. Juntos pero no revueltos




Aprendí que fue Palos de Moguer el puerto de salida de Colón y sus carabelas en busca de las Indias Orientales. Y lo mismo que don Cristóbal aprendió que aquello que encontró eran las Occidentales, servidor ha tenido que enterarse de que Palos es sólo Palos, y Moguer es otra cosa, con el añadido en ambos de la Frontera.
Así que empecé por La Rábida, monasterio sobre un alto frente al puerto exterior de Huelva. Está en rehabilitación, porque debía verse algo descuidado. Y como además es lugar universitario, Universidad Internacional de Andalucía, debe ponerse bonito y reluciente. Y en esas están.





Luego vino Palos de la Frontera, un puerto en dique seco al decir de una señora que pasaba por la calle. Eso es muy antiguo y ya no hay movimiento, sólo barcos viejos. Así que ni me acerqué, que las réplicas no me entusiasman, por más que sean de las carabelas de Colón. Tuve suficiente con recorrer el caserío, grande y extendido, con obras por doquier. El rincón más emblemático me parece este del monumento a los Pinzones, justo al lado de la recoleta iglesia.



Del paseo de entrada, con todos los escudos hispanoamericanos habidos y por haber, sólo guardo en la memoria que son muchos, y puede que estén todos, pero no los conté.
Moguer de la Frontera está más tierra adentro, es más grande aún y más extenso. Pero por más que miré no descubrí nada reseñable. O me lo perdí, o no lo hay. Casas grandes si que tiene, y parece, por sus fachadas, que con ribetes de hidalguía. Tras el recorrido, y habida cuenta de que era ya más de mediodía, busqué sin encontrarlo un lugar donde comer. Me dijeron que en la carretera… y para allá que me fui. Salí, pues, y ya no paré hasta Ayamonte, del que hablaré algo en otra ocasión.

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