Aprendí que fue Palos
de Moguer el puerto de salida de Colón y sus carabelas en busca de las Indias
Orientales. Y lo mismo que don Cristóbal aprendió que aquello que encontró eran
las Occidentales, servidor ha tenido que enterarse de que Palos es sólo Palos,
y Moguer es otra cosa, con el añadido en ambos de la Frontera.
Así que empecé por La
Rábida, monasterio sobre un alto frente al puerto exterior de Huelva. Está en
rehabilitación, porque debía verse algo descuidado. Y como además es lugar
universitario, Universidad Internacional de Andalucía, debe ponerse bonito y
reluciente. Y en esas están.
Luego vino Palos de la Frontera, un
puerto en dique seco al decir de una señora que pasaba por la calle. Eso es
muy antiguo y ya no hay movimiento, sólo barcos viejos. Así que ni me acerqué, que las
réplicas no me entusiasman, por más que sean de las carabelas de Colón. Tuve
suficiente con recorrer el caserío, grande y extendido, con obras por doquier.
El rincón más emblemático me parece este del monumento a los Pinzones, justo al
lado de la recoleta iglesia.
Del paseo de entrada,
con todos los escudos hispanoamericanos habidos y por haber, sólo guardo en la
memoria que son muchos, y puede que estén todos, pero no los conté.
Moguer de la Frontera está más
tierra adentro, es más grande aún y más extenso. Pero por más que miré no
descubrí nada reseñable. O me lo perdí, o no lo hay. Casas grandes si que
tiene, y parece, por sus fachadas, que con ribetes de hidalguía. Tras el
recorrido, y habida cuenta de que era ya más de mediodía, busqué sin
encontrarlo un lugar donde comer. Me dijeron que en la carretera… y para allá
que me fui. Salí, pues, y ya no paré hasta Ayamonte, del que hablaré algo en
otra ocasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario