La Catedral |
La primera vez que la
visité me llevaron en autobús. Pude recorrerla entera a pie, y darme cuenta de
que entre las murallas encerraba mucha historia.
La segunda en un
citroen. Pero no recuerdo nada.
La última, ni bajarme
pude del corsa. Atravesé un bosque de edificios que me ocultaban el mar por
ambas manos. Llegué al casco antiguo y me di de bruces, al final, con el Atlántico.
Pero no pude saludarle. Con las mismas, volví a salir.
No pude ver la
ciudad. Ni me dejaron aparcar. Era domingo.
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