El Almanzor

3 de junio de 2008. Para empezar este blog


Diré que soy castellano de tierra llana, la región de Tierra
de Campos. Cereales y barro. Sol y heladas. Gentes curtidas por el cierzo que reseca las gargantas y ciega los ojos.
Tierras venidas a menos, a casi nada.
Pero Castilla es mucho más. Montañas y bosques, ríos y lagunas, ciudades y aldeas que aún conservan esplendor y belleza de tiempos ancestrales.
Mi propósito es ir añadiendo a esta página sugerencias que se me ocurran con motivo de mis paseos y visitas por esta tierra mía.

viernes, 9 de agosto de 2013

Una simple roca: Gibraltar


Tuve que alejarme un poco para que cupiera en una foto. Más cerca era imposible parar y disparar. Y no me habría cabido. Mientras en la fila de la derecha iban despacito, casi parados, en la de la izquierda zumbábamos como alma que lleva el diablo. ¿Para ir a dónde?
Estaba claro, los lentos para entrar en el Peñón. Los rápidos, a sus asuntos. En ninguno de ellos me encontraba yo, que iba de simple mirón. Y fue lo único que pude hacer.
¿Qué habrá ahí para que tengan tanto interés en entrar? Me preguntaba mientras intentaba no rozarme con los otros. No había peatones, a pesar de unos enorme jardines y paseos. Sólo coches. Y todos en la misma dirección. No salía nadie en aquellos momentos. Así que supuse que habría problemas de espacio y los dejaban entrar a cuentagotas, mientras allá dentro se iban apretando.
La Línea que recordaba de hace más de treinta años no aparecía por ninguna parte. Era un pueblo extendido, de casa bajas y calles en tierra, con gente por todas partes. Lo que había ahora eran altos edificios y calles vacías. Sólo coches, en la misma dirección. Para poder sacar una foto hube de seguir dando la vuelta hasta dar con el Mediterráneo, sólo entonces lo encuadré.
Ese pedrusco sin valor, sin hermosura, sin aprovechamiento ni siquiera fotográfico, periódicamente se convierte en pretexto de escaramuzas de diferente consistencia, que enervan a unos, cabrean a otros y dejaban impasible al resto. Luego, cuando la cosa se calma, los cabreados se aplacan porque vuelven a disfrutar de lo que acostumbran, los impasibles siguen como si nada y los enervados continúan gritando donde se les escucha ¡Gibraltar español!

¡Qué extraño! Me dije. Por un lado mucho follón y por este otro nada de nada. Pero no, allá en el horizonte unos enormes buques algo debían significar.

Mientras tanto el Mare Nostrum estaba apacible.

jueves, 2 de mayo de 2013

La Anunciada, Urueña. Valladolid


A la última va la vencida. Visitar Urueña y no acercarme a esta ermita ha sido una más de mis muchas frustraciones. Unas veces porque decían que estaba en ruinas. Otras, porque había prisa y el tiempo apremiaba para llegar a otros monumentos programados. Y otras, porque el grupo no tenía ganas de recorrer a pie los dos kilómetros que faltaban. En esta ocasión no había compromisos adquiridos ni dependía del parecer de otros. Eso al menos creía. Pero no, había condiciones. Sólo se puede visitar el monumento de martes a domingo, en horario de tarde y pidiendo cita previa en la oficina de turismo. Total, que lo he tenido que visitar por fuera, y tras recorrer un corto pero accidentado camino de entrada.


Este cartel informativo groseramente manipulado debe completarse con esto otro:

Edificada sobre la iglesia de un monasterio mozárabe del siglo X (San Pedro y San Pablo de Cubillas), constituye el único ejemplar en estilo románico catalán de toda la región castellano-leonesa. En el siglo XII la infanta doña Sancha, hermana del monarca Alfonso VII el Emperador, llevó a cabo la reedificación de la mencionada iglesia, para lo cual parece contó con canteros conocedores del estilo románico catalán de influencia lombarda, tal y como podemos observar en su parte exterior, toda ella rematada con arquillos ciegos y bandas lombardas decorativas. La hipótesis más plausible a la hora de explicar la presencia de este estilo arquitectónico en una comarca tan alejada de Cataluña ha sido atribuida al matrimonio celebrado entre María Pérez Ansúrez (hija del conde Ansúrez, fundador de Valladolid) y Armengol V, conde de Urgel, aspecto éste que conllevó un intercambio de población procedente de los condados catalanes. En el último cuarto del siglo XVII, Antonio de Isla, obispo de Osma (miembro de la acaudalada y noble familia Isla), como hijo del pueblo que era, quiso honrar a su patrona, la Virgen de la Anunciada, trasladándola desde la ermita vieja, donde se encontraba, hasta la ermita de San Pedro, más cercana a la población. Para ello no dudó en hacer profundas reformas en el edificio, que estaba bastante deteriorado, las cuales fueron encargadas al maestro cantero Francisco de Espesedo. Entre ellas, llevó a cabo la erección de la espadaña en el muro occidental y la construcción de la sacristía al sur. Es en ese momento cuando la advocación actual de la ermita (La Anunciada) toma fuerza, en detrimento de la anterior, consagrada a San Pedro. Por último, en el siglo XVIII, se procedió a la construcción del camarín de la Virgen, adosado al ábside central, que viene a romper el equilibrio de las formas románicas primigenias. En su interior guarda, en el lado del evangelio, un retablo del siglo XVI con representación en relieve de San Jerónimo Penitente; en el presbiterio, un altar del XVII que contiene la imagen románica de La Anunciada, patrona de esta villa, y dos lienzos laterales dedicados a los Desposorios y la Visitación; y en el lado de la epístola, un altar del mismo siglo que el anterior con representación pictórica de la Anunciación y San Pedro, y una virgen gótica en escultura del siglo XIV, siendo todas las obras anónimas.








Urueña. Valladolid


Vuelvo a Urueña después de muchos años. En las anteriores ocasiones en que la visité, acompañando a grupos a mi cargo, la encontré en ruinas, o en faenas de rehabilitación, o repleta de visitantes lectores venidos de allende las fronteras al reclamo del anuncio publicitario. Hoy me acerco a ella desde abajo, con curiosidad por ver en qué ha deparado todo. No entré. Sólo circulé por su exterior. Este es el resultado.










Arbol en Peñalba de Santiago