El Almanzor

3 de junio de 2008. Para empezar este blog


Diré que soy castellano de tierra llana, la región de Tierra
de Campos. Cereales y barro. Sol y heladas. Gentes curtidas por el cierzo que reseca las gargantas y ciega los ojos.
Tierras venidas a menos, a casi nada.
Pero Castilla es mucho más. Montañas y bosques, ríos y lagunas, ciudades y aldeas que aún conservan esplendor y belleza de tiempos ancestrales.
Mi propósito es ir añadiendo a esta página sugerencias que se me ocurran con motivo de mis paseos y visitas por esta tierra mía.

martes, 13 de octubre de 2009

Córdoba es Córdoba. O sea, ¡demasiao!

Córdoba me ha conquistado. La visité hace ya ni se sabe, cuando terminé la reválida superior y los compas del curso decidimos hacer una turné por Andalucía. Una de las paradas fue en Córdoba, pero palabra que no me enteré de ná.
He vuelto porque tenía ganas, y lo he hecho a mi manera.
Como no me gusta dormir en sábanas ajenas nos hemos alojado la tropa entera, politos incluidos, en el camping El Brillante, que está justo en la avenida del mismo nombre, hacia la sierra cordobesa. Un lugar tranquilo, céntrico y cómodo. Se localiza sin problemas, y de noche no se oye ni una mosca.
Y ya puestos, a visitar la ciudad. Vamos por partes:


1º La ciudad

Espléndida, de grandes avenidas, cuidados jardines, calles limpias y gentes amables que se deshacen si te tienen que dar alguna indicación; y si se trata de explicarte algo, cuidadín, que te pueden abrumar mismamente con su afectuosa cortesía.

Y notad que hablo de los cordobeses. Porque si hablara o hablase de las cordobesas, Julio Romero de Torres tendría que darme la razón: son más guapas de lo que él las pintó, palabra de honor; y más salerosas, y con mucho tronío, y muy señoras.

Encierra Córdoba su historia milenaria en su parte más nuclear, abrazada por el Guadalquivir, que justo a su lado hace un meandro y se ensancha hasta parecer que ni siquiera lleva agua.

Varios puentes lo atraviesan, pero a destacar, el romano, que, además de iluminado, luce todo remozado, limpio y peatonal, entre la torre de La Calahorra y La Puerta del Puente.



El tren pasa sin decir ni pío, porque está enterrado y sólo asoma por necesidad en la misma estación, también céntrica. Por ello da lugar a una avenida inmensa, conocida por el personal como "El Vial", aunque su verdadero nombre es Avenida de La Libertad, una parte, y Avenida de Al Nasir,  otra parte; pero la mayoría lo desconoce, así que no preguntáis, son localismos que no tienen solución, se toman o se dejan.

Parques tiene unos cuantos, barrios ni se sabe, buenas comunicaciones, y no se puede hablar de edificios apabullantes salvo en aquellas zonas en que la anchura de las vías lo permiten.


Una preciosidad de ciudad.

Un pero, justo a la salida de la ciudad por el puente de San Rafael, arcángel custodio de la urbe: un barrio maltratado, no se sabe si por moradores o por el descuido de los regidores, pero ofrece un lamentable estado de dejadez y suciedad. Una pena.

Otro pero: ¿qué pasó con la cabeza del Don Gonzalo de Córdoba? Alguien me lo quiso explicar… No sé si lo entendí.


2º La Judería

Una gozada de paseo discurrir por sus callejuelas empinadas y empedradas.
Casas que encierran misterios y patios que se abren desbordantes de frescura y colorido.
Lugares de cultura ancestral y edificios de nuevo cuño pero sabor añejo que también contienen saberes de antaño y de hogaño. Todo muy bien hilvanado y entremezclado con bares de tapas y vinos, tortillas imposibles y gazpachos que son de aquí y se llaman "salmorejos". Tiendas de recuerdos con sabor
y morralla made in china, en unas callejas sin acera y con los coches que, si es que caben, te afeitan si no te cobijas en los zaguanes. Lo dicho: una gozada de paseo.



Muchos rincones se encuentran en este barrio, pero mención especial merece La Sinagoga. Y tendrá su lugar en otro artículo.

3º La Mezquita


Ni se sabe la de puertas que se abren en sus pareces altas y almenadas. Todas las fotografié, quizás alguna se olvidó. Visita larga, pausada, meditada y disfrutada. Otros la hicieron más completa, la mía fue suficiente. También tendrá su artículo propio.

Una reflexión. Es paradigmática y emblemática la opinión, también bastante generalizada, de que en Al Andalus convivieron en perfecta sintonía tres culturas, se mezclaron, se respetaron y se amaron. Y sin embargo hay también quien dice, y no parece faltarle razón, que hubo intento de acallar, empequeñecer y hasta hacer desaparecer, según quien en ese momento estuviera en el candelero.

Nada nuevo en un lugar de embrujo, misterio y también fe. Y, por supuesto, poder.


4º Madinat al Zahra (o sea Media Azahara)


A las afueras, unos siete kilómetros al oeste, al pie de la sierra están los restos arqueológicos de la ciudad de Abderramán, Abd Al Rahman III. Ciento y pico hectáreas de las que son visitables y fotografiables apenas unas diez, dan para un buen rato de disfrute.


También ofreceré en su momento otro artículo.

5º La Provincia

Apenas unos esbozos, que cuatro días no dan para más. Sólo realicé dos rutas: La Ribera del Guadalquivir camino de Sevilla y La Subbética, tierras de aceite, olivos y frontera. No tengo para un artículo, así que hablaré aquí de lo que vi.



Pueblos inmensos, blancos, extendidos fuera de lo que fueron sus murallas. Agrícolas, industriales y culturales.

En la margen derecha del río más andaluz, los núcleos de población parece que se han puesto en línea recta para que la carretera que los une los atraviese. Campos de cultivo, regadíos y algodón.

En la zona montañosa del sur, al contrario, la carretera ha de encontrar los lugares que se esconden en lo hondo o se exponen en lo alto.

Lucena es enorme, y con tantas placas de despachos de abogados que parece que allí están en constante trajín justiciero.


Dicen que aquí los judíos se concentraron desde todas las puntas de la rosa de los vientos, y que en su castillo estuvo alojado preso Boadil, el rey que rindió Granada.


Dicen que esto es un pueblo; a mí me pareció una ciudad, de grande, de habitada y de construida.

Cabra es algo más coqueta y tranquila. Más pueblo, aunque nada pequeño.


Cultural y hasta radiofónico. Visité recién estrenado su teatro con una exposición sobre el 50º aniversario de su radio. Y tuve la suerte enorme de colarme, casi sin permiso, en su museo del aceite, sólo para dar allí banquetes y grandes fiestas.











Un hermoso castillo, hoy colegio, y un barrio judío primorosamente engalanado y llenito todo él de placas conmemorativas de los más diversos eventos.


Tuvo hasta un poeta antiguo, Muqaddan Ibn Muafa, "Al Cabri",


y un escritor casi moderno: Juan Valera; cada uno con su correspondiente lugar en el callejero.


Priego. Imposible. No pude ni parar, menos aparcar. Llegar hasta allí merece la pena, estar ya es otro cantar. Llegué, entré, casi no puede pasar, salí como si estuviera haciendo eslalon gigante, y tuve que volverme viéndolo desde abajo, allá arriba e intratable. Sí me dio tiempo de ver que es alargado sobre un alto cerro, con castillo, obras que cortan las calles y muchos lugares donde se trabaja el aceite, proverbial y referente de estas tierras.

La cosa no dio para más.

1 comentario:

Juan Navarro dijo...

No corregiré nada de lo que dices: Córdoba es así de bella. Sólo recordar una cosa: La Mezquita. Para que nadie, nunca, en nombre de ninguna civilización, por más nueva y justa que sea, se imponga a otras y las arrase. Y al respecto y a propósito de una película reciente, Ágora, no es tan seguro que lo nuevo sea mejor y más justo que lo viejo.
Un abrazo.


Arbol en Peñalba de Santiago