El Almanzor

3 de junio de 2008. Para empezar este blog


Diré que soy castellano de tierra llana, la región de Tierra
de Campos. Cereales y barro. Sol y heladas. Gentes curtidas por el cierzo que reseca las gargantas y ciega los ojos.
Tierras venidas a menos, a casi nada.
Pero Castilla es mucho más. Montañas y bosques, ríos y lagunas, ciudades y aldeas que aún conservan esplendor y belleza de tiempos ancestrales.
Mi propósito es ir añadiendo a esta página sugerencias que se me ocurran con motivo de mis paseos y visitas por esta tierra mía.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Doñana, playas interminables, el alma sosegada



Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Parque Nacional de Doñana constituye una de las mayores reservas biológicas de Europa. A modo de cinturón alrededor de este se encuentra el Parque Natural, un paraíso que ha sobrevivido a amenazas ecológicas y ocupa 53.709 hectáreas dentro de las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla. Compuesto por la franja litoral y las masas forestales, comprende gran variedad de ecosistemas, como las Playas y Médano del Asperillo o las Marismas de Bonanza.

Sus 53.709 hectáreas conforman una de las mayores reservas biológicas de Europa. El senderismo es práctica habitual y las rutas para recorrer el Parque son altamente recomendables de hacer con una cámara de fotos a mano. Una de las rutas planificadas recorre lugares relacionados con el descubrimiento de América, como La Rábida, Palos de la Frontera, Moguer y Lucena del Puerto. Otro recorrido acerca al visitante al norte del Parque, partiendo de Aznalcázar, pasando por Almonte hasta Villamanrique y haciendo un alto en la popular aldea del Rocío. Un trayecto por el litoral propone en cambio recorrer la costa de Huelva desde Matalascañas a Mazagón.

En este caminar puede el visitante toparse con extensas playas, dunas móviles, marismas, matorrales, bosques de pino, alcornoques, eucaliptos, etc. También es una delicia para quienes gusten de observar aves tan características como el águila imperial, el calamón o el milano negro, además de la abundante colonia de flamencos y grullas. Una fauna llena de color y acostumbrada al turismo, que se completa con gamos, jabalíes y el simbólico lince ibérico, que encuentra aquí uno de sus reductos más importantes.


Doñana es grande, muy grande. Y tiene historia, mucha; dicen que se aproxima a los cinco mil años. Y variedad en la forma de manifestarse la vida; ahora le dicen biodiversidad. Lo cual es como decir que hay animales y plantas como para dar y tomar. Parece incluso que es un lugar único. Que puede haber otros mucho mejores, pero iguales, no. Y sí, Doñana no se parece a nada que yo haya visitado antes.
Sin embargo no puedo decir mucho de Doñana. No lo recorrí entero, ni siquiera una pequeña parte. Piqué de allí y de acá; visité algún lugar y pregunté cosas a gente de la zona. Y por supuesto, leí, antes de ir y estando.
De mi estancia puedo decir: cinco noches oyendo aves nocturnas y otros animalillos. Y sobre todos ellos el océano, que retumbaba sin amedrentar. Cinco paseos largos, muy largos, descalzos los pies sobre la arena húmeda y cálida de la playa. Cinco atardeceres de ensueño. Cinco días completos sin guión, sin ordenanzas, sin más frenos que los debidos al lugar que visitaba, limpio de prejuicios que pudieran oscurecer la mirada. Cinco despertares sin diana, cinco desayunos mientras el día se iba abriendo y la noche se alejaba, cinco cenas casi a tientas, cinco sueños inolvidables.
Ya estoy diciendo que las comidas fueron a voleo, y que hubo de todo. Lo barato, malo; lo mejor, algo carillo.
Y estas fotos, para el recuerdo:






Punta Umbría, simplemente la punta, nada más



Porque hasta el ayuntamiento parece hecho a despropósito. Villa turística al uso, edificios que todo lo llenan, y una autovía que te lleva de Huelva a la playa en catorce kilómetros o sea cinco minutos. ¿Era esto lo que se quería? Pues allí está.
Sólo me interesaba lo que saqué con la cámara para exponerlo aquí. No niego que tenga más, pero no lo vi, tampoco lo busqué.




Arbol en Peñalba de Santiago